nuestra historia


El encuentro de un andaluz y un francés, unidos por el amor al olivo

Un deseo de volver a lo básico. En un mundo donde lo terrestre está desapareciendo paulatinamente en favor de lo digital, necesitamos cada vez más la tierra y su energía, símbolo de la vida.

Rocío es hija de Jaén con profundas raíces andaluzas. Una infancia hecha de cosechas y paseos entre olivos. Su abuelo, propietario de un olivar, le transmitió este amor por el olivo. Son recuerdos únicos y mágicos.
Tras licenciarse en francés y adquirir algunas experiencias de vida en diferentes países europeos, Rocío se trasladó a Barcelona para desarrollar una actividad turística. Qué es mejor para alguien a quien le encanta compartir y comunicarse. No hay nadie más que Rocío que pueda creer que se pueden hacer grandes cosas simplemente con mucha energía.

Carlos es francés, exiliado de Vendée y vive en España desde hace varios años. Tras algunas aventuras en el sector digital, decidió regresar a la Tierra. Hace 4 años conoció a Rocío y compartió con ella su sueño actual, encontrar un olivar en Andalucía.

Pasaron tres años y con la ayuda de la familia de Rocío y sus seres queridos, el sueño se hizo realidad. Terreno de 7 hectáreas enclavado en el pueblo de Arbuniel situado en Jaén.

Si la vida es sinónimo de encuentros y oportunidades, creemos que el deseo es la única fuerza que conduce al éxito. Es este deseo de hacer, de crear, lo que nos transporta.

El olivo es la figura que vence los siglos, este símbolo de paz y sabiduría.

En la mitología, el olivo es un árbol imperial que representa inteligencia, prosperidad y larga vida. También tiene un significado religioso y divino. Símbolo de paz, en el Génesis una paloma lleva una rama de olivo a Noé para advertirle de la subida de las aguas del diluvio.

El olivo, símbolo tan importante para los amantes de la tierra...